La Moka Express

La historia de un icono de la modernidad


 

La trama de una historia

Los objetos que nos rodean, especialmente aquellos que han conseguido perdurar en el tiempo, nos cuentan historias fascinantes. Son reflejo del espíritu de la época en la que fueron concebidos. Si seguimos el hilo de su propia historia y desentrañamos sus orígenes podremos reconocer, muchas de las veces, la ideología con la que fueron imbuidos en el momento de su creación.

Aunque los diseñadores no seamos plenamente conscientes de este hecho, no hay diseño, incluso el actual, que no esté impregnado del espíritu de nuestro tiempo. Cada época, por así decirlo, tiene unos «valores de marca» predominantes que suelen pasan desapercibidos en el momento presente. Estos valores, ya sean los condicionantes técnicos del momento, las tendencias más evidentes o los contextos sociales, culturales y políticos de un periodo o lugar específico, pueden llegar a impactar significativamente en el diseño.

En esta historia, la tradición cafetera italiana, el aluminio y el fascismo serán los grandes coprotagonistas del relato. Y un pequeño objeto cotidiano, como protagonista absoluto, será el testigo silencioso de los acontecimientos.

Vamos a la Italia de principios del siglo XX. Estamos en el año 1929, il Duce ha proclamado la autarquía: Italia se autoabastecerá a sí misma para no recurrir a importaciones de otros países. Pese a estas circunstancias, Mussolini mantiene un vivo interés en cultivar una relación política y económica con Brasil. Considera a este país un terreno fértil para la expansión política italiana y un mercado para sus productos. Y a la inversa también funciona, ya que Brasil se posiciona como el principal proveedor de café para Italia.

Durante este periodo de autarquía, Mussolini decide aprovechar los abundantes depósitos de bauxita y leucita que hay en Italia, minerales esenciales en la producción de aluminio. Como resultado de esta decisión, el aluminio se transforma en un importante recurso propagandístico de su revolución fascista, ya que es capaz de conectar el imaginario industrial de la época con el estilo de vida que el hombre moderno busca en las primeras décadas del siglo XX: ligereza, movilidad, velocidad, resistencia.

En este momento histórico el aluminio adquiere un papel extraordinario, convertido ahora en símbolo de la dictadura fascista y de las aspiraciones utópicas de todo un país.

 

La macchinetta: el nacimiento de un icono

En 1927, en un pequeño pueblo del Piamonte italiano, un carpintero especializado en aluminio se ve forzado a cerrar su negocio por problemas económicos. Este señor es Alfonso Bialetti y, sin saberlo todavía, acabará pasando a la historia como el inventor de una de las cafeteras domésticas más vendidas en el mundo.

A principios de la década de 1930, Bialetti tuvo una inspiración al observar el funcionamiento de su primitiva lavadora: un fuego, un cubo y una tapa con un tubo de acero conectado. Al llenar el cubo con agua jabonosa, se cerraba con la tapa y se ponía a hervir sobre el fuego. Cuando el agua se vaporizaba, se dirigía hacia arriba a través del tubo y se expulsaba la solución jabonosa sobre la ropa, distribuyéndola de manera uniforme. Siguiendo una idea similar, Alfonso Bialetti ideó un mecanismo para el café. En este caso, una cámara inferior con agua hirviendo impulsaría el vapor a través del café molido, condensándose luego en una cámara superior.

Bialetti comenzó a elaborar su idea junto al ingeniero Luigi De Ponti, y en 1933, después de muchos prototipos nació la Moka Express. El material principal con el que se fabricó fue, cómo no, el aluminio italiano. Aunque el diseño original de la cafetera no era exactamente igual al actual, su cuerpo era un poco más chato y el asa estaba hecha de madera, ya presentaba su forma octogonal tan característica y reconocible.

De izquierda a derecha: la cafetera Moka original de 1933 y el modelo actual. Imágenes obtenidas del archivo visual de Bialetti.

El nombre toma su inspiración de la ciudad de Moca, en Yemen. Bialetti eligió este nombre con la intención de vincular su cafetera con la calidad y el prestigio del café originario de esa ciudad del Oriente Medio. La razón de incluir el término Express se debe a la singularidad de la época: por aquel entonces, las cafeteras industriales eran aparatos muy voluminosos e imponentes, con una forma que evocaba la apariencia de un tren. Esta elección de diseño no solo se debía a motivos estéticos, sino que buscaba transmitir los valores de rapidez, potencia y eficiencia asociados con el tren expreso. De ese modo, la imagen simbólica del tren se fusionó con el café en la expresión italiana caffè espresso, generando una identidad única para esta bebida diaria.

«Un café en el hogar al igual que uno en el bar», fue el lema de entrada de la Moka en el mercado italiano, dado que la costumbre arraigada en aquel tiempo era la de consumir el café en los bares. A diferencia de las aparatosas cafeteras industriales, la Moka era un producto sencillo, ligero y económico que no necesitaba de ningún conocimiento técnico para su fácil manejo. Desde el año 1936 al 1940, Alfonso Bialetti vendía personalmente su producto en ferias y mercados semanales dentro de la región del Piamonte. Aunque logró vender alrededor de 50.000 unidades, la acogida de la cafetera no fue la esperada.

El punto de inflexión para el éxito llegó gracias a su hijo Renato. Después de regresar de un campo de trabajo en Alemania, en 1946 Renato Bialetti coge las riendas de la empresa. Su principal estrategia fue la de crear excepcionales campañas de marketing para publicitar la Moka por toda Italia. Suyo es el logro de construir una marca distintiva que ha conseguido mantenerse en el tiempo. Suya fue la idea de la creación del omino con i baffi (hombre con bigote) junto con el ilustrador Paul Campani. Este símbolo de la marca, que se cree que es la caricatura del propio Renato, sirvió para imprimirse en el lateral de las cafeteras y para aparecer en tiras de cómics y cortas animaciones para la televisión. A partir de la década de los años 50 la Moka empezó a aparecer en la mayoría de los hogares italianos y desde allí dio el salto al resto del mundo.

© Wowtiful

La Moka de Bialetti se convirtió en un icono del made in Italy y en símbolo de un país, capaz de encarnar valores culturales y emocionales. Fue exhibida en el Moma de Nueva York, el Museo Nacional de Diseño Cooper-Hewitt Smithsonian y el Museo de Diseño de Londres.

En la actualidad, tras 90 años desde su creación, casi el 90% de los hogares italianos posee al menos una y se calcula que hay unos 300 millones de ejemplares de esta cafetera repartidos por todo el mundo.

La Moka es un relato de la historia reciente de la modernidad, un producto modesto pero característico de la cultura del diseño en Italia durante las décadas fascistas y en plena depresión económica. Un objeto cargado de significado que, con una estética amigable y sencilla, nos recuerda que la historia y la ideología están más presentes de lo que pensamos en nuestro día a día.

 

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Bibliografía y webgrafía:

Chus Moreno

Diseñadora gráfica con más de 20 años de experiencia.

Actualmente especializada en naming, creación de nombres de marca y en branding.

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